La mayoría de los líderes trabajan duro para ser efectivos y desempeñar bien sus labores. Pero incluso los mejores pueden caer en diversos hábitos que los detienen y pueden costarles muy caro.
Es por eso que a continuación te comparto algunos de los errores más dañinos que como líder puedes estar cometiendo:
Sensación de omnipotencia. Un sentido inflado de autoimportancia puede conducir a una serie de problemas: al entablar relaciones, al crear confianza e incluso a mantener competitiva a la organización. En el mundo de hoy, se debe confiar en el consenso y la propiedad compartida en lugar de un punto de vista individual, incluso el propio. Una de las bases del liderazgo es la humildad.
Moverse demasiado rápido. Los negocios se mueven rápido, y algunas veces las transacciones parecen suceder a la velocidad de la luz. Pero un ritmo que es demasiado rápido durante demasiado tiempo hace que sea imposible mantenerse al día y aumenta el riesgo de errores. Los mejores líderes saben cómo trabajar de manera eficiente y cumplir con los plazos, pero también saben cómo controlar su propio ritmo y el de su equipo, y ralentizar el proceso cuando necesitan más tiempo.
Pensar que todo tiene que ser perfecto. Cuando nos sentimos abrumados, nuestro primer impulso es recuperar el control, y para muchos líderes, eso significa tratar de ser perfecto. Pero el perfeccionismo es un estado mental peligroso en un mundo imperfecto de negocios y liderazgo, es un enemigo de la creatividad, la innovación y la efectividad.
Resolver los problemas de los demás. Las demandas y presiones sobre los líderes siempre se están expandiendo. Muchos líderes en lugar de ser visionarios de sus negocios, son una especie de bomberos, apagando incendios constantes, resolviendo conflictos. Como líder, tu trabajo es mejorar, crecer y expandir la organización y empoderar a las personas para apagar sus propios incendios.
Necesidad de saber todo. En los negocios, como en la vida, a menudo tenemos que trabajar en una niebla de incertidumbre. Si se exige absoluta certeza antes de actuar, evitarás los riesgos, pero son los riesgos los que nos llevarán a la grandeza. Cuando sigues haciendo lo que sabes en lugar de ser innovador y creativo, tú y tu organización pierden una ventaja competitiva.
Sintiéndose derrotado y abatido. Cada líder, no importa cuán hábiles sean o cuanta aptitud tengan, enfrentarán situaciones y circunstancias que los harán sentir impotentes. Es importante aprender a ser consciente de esa desesperación sin detenerse en ella. Los líderes necesitan comprender lo que sienten y, a veces, necesitan que les enseñen cómo dejarlo ir.
La mejor manera de no cometer estos errores fatales es ser consciente de ellos, gestionarlos, liderar desde dentro, aprender de las fallas y desarrollar estrategias para no repetirlas.
¿Cuándo fue la última vez que saliste del trabajo?
Es decir, realmente te alejaste de él: no pensaste en él, no te preocupaste, no tenías una lista de cosas por hacer en tu cerebro.
Existen muchos beneficios de olvidarnos un momento del trabajo. Es necesario tomarnos un tiempo realmente libre para recargar energía para posteriormente poder mantener la concentración al momento de trabajar. Sabemos que el tiempo alejado de problemas complejos nos permite encontrar una nueva perspectiva. Si trabajamos demasiados días seguidos, nos encontraremos haciendo lo que podríamos llamar «trabajo falso»: sentados en nuestros escritorios sin lograr resultados.
La parte difícil es que, si bien puedes estar de acuerdo con todos los beneficios de alejarse un poco del trabajo, es posible que todavía tengas problemas para hacerlo. Incluso cuando llegas a salir temprano del trabajo, llegas a casa a leer un informe o algo relacionado al trabajo. Cuando sales de viaje durante unos días, es posible que todavía estés atado a tu correo electrónico. Cuando te levantas temprano en la mañana o te quedas despierto por la noche, es posible que tu cerebro esté ordenando una larga lista de tareas. Incluso hay personas que han tenido sueños sobre los pendientes que tienen en el trabajo.
Cuando no podemos dejar el trabajo mientras no estamos en la oficina, no disfrutamos del tiempo libre. Para liberarse del trabajo y de los pensamientos o preocupaciones del mismo, puedes recurrir a una combinación de nuevos hábitos para mejorar nuestras prácticas cognitivo-conductuales, y aquí te damos algunos ejemplos:
Enfócate en tomar acciones. Muchas personas no pueden cambiar su comportamiento porque se enfocan en lo que no han hecho en lugar de enfocarse en tomar acciones. Establecer el objetivo de no pensar en el trabajo cuando no estamos trabajando por si solo no funcionará, las metas negativas como esta, donde te enfocas en acciones que ya no quieres realizar, tienden a fallar debido a que nuestro sistema de hábitos solo aprende un nuevo hábito cuando se realiza una acción, no cuando no se hace. Debemos enfocarnos en las actividades que podemos realizar en lugar de trabajar.
Por ejemplo, puede inscribirte a un gimnasio cerca de la oficina y acudir un par de veces a la semana. Leer un libro, hacer un crucigrama. O puedes decirle a tu pareja que recogerás a los niños en el colegio. O por qué no, ofrecerse como voluntario en una organización benéfica local los fines de semana. Todas estas actividades limitarán o desviarán tu mente del trabajo.
Cambia tu entorno para apoyar el nuevo comportamiento. Un fumador realmente no trata de dejar de fumar si deja una gran caja de cigarrillos a la mano. Del mismo modo, alguien que intenta establecer límites más saludables para su vida laboral no deja su teléfono y computadora encendidos todo el tiempo.
Sí, te recomiendo que apagues tus dispositivos! Una gran manera de alejar la mente del trabajo es imposibilitar un poco el hacer ese trabajo. Si tienes que volver a encender el teléfono o la PC para ver algo relacionado al trabajo, te aseguro que pensarás dos veces antes de hacerlo.
También puedes usar el entorno para ayudarte a establecer un espacio en casa que nunca usarás para trabajar. Podría ser cualquier habitación. Úsala como un lugar donde realizarás actividades no laborales, como leer, ver tv o practicar yoga. Cuanto más asocies este lugar con cosas que no impliquen trabajo, más fácil será usar esta área para alejarse de los pensamientos de trabajo.
Como parte de la creación de este nuevo entorno más saludable, puedes involucrar a otras personas para realizar actividades en conjunto lo cual será de mucha utilidad.
Aléjate del trabajo y observe cómo el barco no se hunde. Hay ocasiones en las que ni teniendo otras actividades o creando un entorno alejado al trabajo puedes dejar de pensar en el trabajo. Incluso es posible que te de ansiedad el tratar de dejar de pensar en el trabajo.
Es aquí en donde entra el autocontrol. Estudios sugieren que una buena forma de reducir la ansiedad es exponerse a la situación aterradora (en este caso el no pensar en el trabajo) y, gradualmente, aprender que la situación no es realmente amenazante.
Por ejemplo, si tu problema es que constantemente estás preocupado por perder un correo electrónico “importante”, deja una noche sin revisar tu correo electrónico y te darás cuenta que ese correo va a estar ahí por la mañana y no pasó nada si no lo leíste por la noche. Luego replica esta actividad, pero en lugar de hacerlo por una noche hazlo por un fin de semana completo y verás como tu ansiedad irá disminuyendo.
Además de eso, cuando te presentes a tus labores volverás a trabajar con más energía y mejores ideas porque te tomaste un tiempo libre.
HBR
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